miércoles

Caminos y diamantes en bruto.

No es fácil, cuando se es un adolescente retraído y apaleado, saber a qué dedicarse en la vida. Yo había percibido que podría hacer algo importante, pero no sabía qué. Y como había que trabajar, se restaba tiempo y energías al proceso de visualizar los horizontes.

Nadie me había orientado acerca de cómo descubrir las cualidades personales, ni de cómo encaminar los estudios hacia un destino determinado. Creo que a muchos nos sucede. Pero en el ámbito de los locutores, hay un factor común que se destaca y que hay que trabajar a tiempo: la voz. Parece obvio, ¿cierto? Sin embargo, no lo percibimos suficientemente a tiempo en algunos casos, como el mío.

Es verdad, en la escuela siempre me usaron para eso, pero como dije, los maestros parecían todos de acuerdo en que, como tenía una voz potente, "ya sabía" lo que debería hacer. Nada más lejano de la verdad. Tener una voz con esas características nunca será suficiente, como nunca es suficiente ni deseable tener ese diamante rugoso, lleno de la tierra donde se le encontró. Si no se pule, jamás nadie lo comprará y menos lucirá su verdadero esplendor.

En más de una de esas ocasiones en el Coro de la Secundaria, cantando el Himno de la India (en hindú supuestamente, tal como nos lo enseñó el profesor), supe que no valía de nada andar creyendose el cuento de que con solo tener potencia ya era todo. Pero Don Aurelio Escudero estaba más preocupado por las cuestiones sindicales de su gremio que por su clase y todos extrañamos una preparación más a fondo. De ahi que hube que esperar unos cuantos años más para darme cuenta lo que podría hacerse.

Y eso es lo rescatable, supongo, de este texto. Saber, darnos cuenta que sea cual sea la gama de cualidades que tengamos cada uno, no sirven de nada si no se trabaja en ellas para que se manifiesten, crezcan y finalmente se conviertan en una serie de herramientas que podremos utilizar para navegar en la vida.

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